Tutor de pensamientos





Hace unos días en mi ciudad natal, Punta Alta, me prestaron una camioneta y concurrí a echarle combustible. Como desconocía los tipos de naftas, estacioné el vehículo y bajé a conversar con el playero. Al ver sus movimientos nerviosos para agarrar la manguera del surtidor le pregunté cómo estaba, y si el día había estado tranquilo. El joven, que tenía erupciones en la cara y ojos sobresalidos, me respondió: “De las 5 horas que estoy trabajando, usted es el más tranquilo de los que vinieron a cargar combustible. La gente viene como loca, a los gritos, se cree que somos máquinas para cargar nafta”. Sugerí que cambiara la respiración y que cuando vea esos personajes, se divierta. Nos dimos las gracias, y luego me fui.


Es preciso tener en cuenta que en esta ciudad, ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires, el hecho de que haya dos o tres estaciones de servicio para aprox. 60 mil habitantes sea una relación escasa y despierte estrés en las personas al momento de cargar combustible. Pero el manejo de las emociones a la hora de requerir un producto es un hábito que no siempre tomamos en cuenta. 

La moda de lo inmediato, de hablar por celular mientras se mantiene una conversación,  del intentar pensar/hacer en varias cosas a la vez o del “deme ya” pueden alterar nuestras percepciones de tiempo y las formas al momento de comunicarnos.

En una de mis investigaciones tratamos de explorar la reacción de las emociones de los comunicadores frente a la elaboración y emisión de mensajes. Entre otras, se analizó el filtro pseudo- comunicacional donde el emisor construye y transmite el mensaje a comunicar, desde una presunta racionalidad y una emocionalidad que subyace en el inconsciente.

Si bien en una conversación donde participan dos personas permanentemente se intercambian los roles entre emisor y perceptor. Cada quien organiza la información y la imprime en sus estructuras mentales, formando así sus propias percepciones para luego reelaborarlas y transmitirlas. O sea que cada individuo ordena e incorpora, por algún lapso de tiempo, un programa, una forma y un discurso mental que de alguna forma sale con la respuesta inmediata. 

De esto, dependerán los motivos que pueden alterar el equilibrio en el emisor a la hora de construir el mensaje. A esto no debemos descartar los rasgos propios de las regiones de donde se mueve la persona, y su propia historia.

Las ventajas que posee el emisor al mantener armonía y sincronismo con los distintos tipos lenguajes, verbales y no verbales, hace que el mismo realice una transmisión coherente del mensaje, y la comunicación sea clara.

Las relaciones como la comunicación se construyen por medio de palabras y actitudes. Y como cita una ley “a cada tipo de acción le corresponde una reacción”. Saber accionar y reaccionar en un proceso de comunicación representa capacidad y auto-conocimiento para  liderar o tutorear procesos de pensamientos y comunicación.

Conocerse a uno mismo e intentar conocer al otro nos permite comunicarnos de la mejor manera, tener una comunión, compartir un conocimiento.

Como seres que vivimos en sociedades, no estamos solos. La calidad de vida que elegimos tener en nuestras relaciones depende de las herramientas que utilizamos para vivir cada momento. 


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